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martes, 31 de enero de 2012


Derechos
            Realmente, me gustaría hablar de un derecho que, creo que muy demagógicamente, lo están dejando de lado aquellos que defienden a capa y espada el derecho a vivir a los condenados a muerte, no sé si todos, pero la mayoría de los llamados progresistas se han significado por ir en contra de la pena de muerte como principio de que los hombres no tienen el derecho a quitar la vida a nadie. Olvidando, con gesto despreciativo, el hecho de que esos condenados han quitado la vida a otra u otras personas, que también tenían el derecho a seguir viviendo, y sin embargo se habla del aborto como un derecho, cuando es, más bien, una frustración de la naturaleza.
            El derecho se considera una “norma de justicia y de razón fundada en la moral y conjunto de leyes y preceptos fundados en esta norma, a que están sometidos todos los hombres en toda sociedad civil” (Dic. Vox). Lo hay divino, canónigo, natural, consuetudinario, mercantil, penal, social, laboral, administrativo, de gentes (Romano) especial particular (Romano), humanos y civil… Vamos, que hay derechos para todo, incluso derechos que regulan la guerra. Pero mi cometido no es hablar de todo esto, sino de una confusión en dos derechos que ha puesto en la picota al “nasciturus” o el que está por nacer contra el mal entendido derecho a decidir de la mujer o derecho a abortar.
            El derecho a nacer es algo que debería ser obvio, aunque haya personas que se empeñen en que no, porque su filosofía, generalmente evolucionista, les hace creer que el feto que se forma en el vientre de la madre no es un ser humano hasta que nace. Cosa totalmente errónea, porque el cigoto engendrado por la unión de los gametos masculino y femenino, forma el principio de la futura vida o nuevo ser humano en ese vientre desde el mismo momento que se crea esa nueva vida. Ciertamente, para el aspecto netamente jurídico, ese ser en formación no pasa a ser “persona jurídica” hasta el momento de su nacimiento. Pero lo uno no quita lo otro, porque el ser en formación requiere que se defiendan todos sus derechos a nacer, y no que se coarten o se ignoren. Él es el ser a proteger, el que está por venir, el que va a nacer.
            El derecho a decidir de las personas adultas tiene limitaciones, que han de enseñarse y aplicarse. Primero, una mujer siempre puede decidir no tener un bebe antes de concebir, lo mismo que un hombre. Segundo, siempre pueden decir no a tener relaciones sexuales, y si el fuego de la pasión les quema, buscar satisfacer sus deseos de forma que la mujer no quede embarazada. No pretendo inmiscuirme en lo que son relaciones íntimas de la pareja, pero entiendo que un matrimonio se establece con el principio y deseo de formar una familia, sino es así, es evidente que desde el comienzo decidieron mal. En todo caso, si ocurre el embarazo, su derecho a decidir termina, porque éste se ejercita antes, no después. Ahora hay en juego otra vida que hay que proteger. De este modo, el derecho de esa nueva vida a nacer prevalece sobre cualquier otro, porque lo que se busca con el derecho es proteger con justicia y por razón la vida que está por nacer.
Los gobiernos deben trabajar no en proveer para que las mujeres aborten, sino en ayudar y proteger al nasciturus, haciéndolo a través de los padres, apoyando sobre todo al más desvalido y estableciendo leyes y programas que ayuden y protejan a la futura madre.

jueves, 12 de enero de 2012


Democracia

            Quizá no hay palabra más usada que esta hoy día, y posiblemente la más manipulada por los artífices de la dialéctica socialista. Democracia se define como “el gobierno del pueblo por el pueblo”: y el diccionario nos dice: régimen político en el que el pueblo ejerce la soberanía; se desarrollo primero en las ciudades estado de Grecia; en sentido moderno se desenvolvió a partir de la Revolución francesa; opuesto a la autocracia, aristocracia, oligarquía, y monarquía. Platón, en su “República”, la desestima como un método de gobierno imposible de llevar a cabo, y ciertamente la Revolución francesa abre una puerta a ese gobierno del pueblo por el pueblo al establecer la separación de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y hacer que el legislativo sea electo por el pueblo, o salga del pueblo.
            Es indudable que la democracia ha sido usada y se usa por partidos interesados en sus propios ideales, y sobre todo los comunistas han manipulado la palabra hasta el sumun, haciéndonos creer que pueblo equivale a pobre, a campesino, a proletario, o a lumpen proletariado, y el resto no forma parte de ese “pueblo”. Y llegando al poder solo ellos han sido pueblo, y los demás “basura” a la cual dominar, reglamentar, y dirigir. Todos los antiguos regímenes comunistas, y los que aún quedan, tienen la palabra “democrática” en su enunciación de estado. Aún hoy día seguimos oyendo a comunistas y socialistas llenarse la boca de democracia, como si ellos fueran el único pueblo existente, y los demás no existieran o estuvieran de paso. Vamos, que ellos son los únicos que hacen las cosas democráticamente, mientras que los demás no. Cuando lo cierto es que ellos solo usan de la democracia para conseguir sus fines.
            Hay otros países que usan de democracia siendo monarquías... Reino Unido, Suecia, España, Holanda… son unos pocos en los que el rey o la reina es la representación del Estado y aparte existe un gobierno elegido (supuestamente) por el pueblo, o al menos es representativo del mismo. Hoy en día tenemos como ejemplo de democracia casi perfecta a los Estados Unidos de América, junto con Canadá y Australia, aunque estos dos últimos reconocen a la reina de Inglaterra como soberana, sólo USA ha logrado mantener un sistema representativo de gran nivel democrático.
            Si vemos los últimos sucesos en los países emergentes podemos ver que diversos dirigentes de Latinoamérica se levantan y ganan elecciones, forman congresos constituyentes y cambian constituciones y nos dicen que es el pueblo quien ha hablado, cuando la mitad vota lo contrario. Y entonces se empieza a expropiar y perseguir a los que creen en la propiedad privada y en la libertad a fracasar y volver a empezar, como si estos fueran apestados y no pertenecieran al pueblo, sino que son catalogados como “enemigos del pueblo”, manipulando nuevamente la democracia por la representación del partido de turno que sólo gobierna para los suyos. Mezclando los poderes y coartando la legislación y la justicia en nombre de la “democracia”.
            Así pues, vemos que se puede gobernar bien sólo cuando se hace en justicia y libertad. Que la democracia nunca podrá ser a menos que sea justamente representativa, y que esta representación no debe ser manipulada, sino guiada con propósito sobre programas de gobierno que tenga el representante. Pero un pueblo que ignora sobre su libertad será un pueblo manipulable y manipulado. Un pueblo ignorante no es un pueblo que pueda gobernar. Muchos conocen a Job, pero pocos han leído acerca de él. Cuando sus tres amigos, en vez de consolarle, lo único que hacen es acusarle de haber pecado, y que sus desgracias ocurrieron por esa causa, Job, cansado de escuchar sandeces les responde: “Ciertamente vosotros sois el pueblo, y con vosotros morirá la sabiduría.” (Job 12:2).
            ¿Puede el pueblo elegir a sus representantes? Claro que sí, pero vemos que hay una gran manipulación en las ideas y los motivos, y sólo unos pocos son los que están moviendo los hilos para ser elegidos. Lo cierto es que no importa que el jefe del estado sea el Rey, si la forma de elegir los representantes está abierta a todo aquel que tenga ideas claras, y un proyecto de futuro para el pueblo. Si la libertad no está coartada por infinitud de burocracia entonces la elección de un representante democrático es posible.