Derechos
Realmente, me gustaría hablar de un derecho que, creo que
muy demagógicamente, lo están dejando de lado aquellos que defienden a capa y
espada el derecho a vivir a los condenados a muerte, no sé si todos, pero la
mayoría de los llamados progresistas se han significado por ir en contra de la
pena de muerte como principio de que los hombres no tienen el derecho a quitar
la vida a nadie. Olvidando, con gesto despreciativo, el hecho de que esos
condenados han quitado la vida a otra u otras personas, que también tenían el
derecho a seguir viviendo, y sin embargo se habla del aborto como un derecho,
cuando es, más bien, una frustración de la naturaleza.
El derecho se considera una “norma de justicia y de razón
fundada en la moral y conjunto de leyes y preceptos fundados en esta norma, a
que están sometidos todos los hombres en toda sociedad civil” (Dic. Vox). Lo
hay divino, canónigo, natural, consuetudinario, mercantil, penal, social,
laboral, administrativo, de gentes (Romano) especial particular (Romano),
humanos y civil… Vamos, que hay derechos para todo, incluso derechos que
regulan la guerra. Pero mi cometido no es hablar de todo esto, sino de una
confusión en dos derechos que ha puesto en la picota al “nasciturus” o el que
está por nacer contra el mal entendido derecho a decidir de la mujer o derecho
a abortar.
El derecho a nacer es algo que debería ser obvio, aunque
haya personas que se empeñen en que no, porque su filosofía, generalmente
evolucionista, les hace creer que el feto que se forma en el vientre de la
madre no es un ser humano hasta que nace. Cosa totalmente errónea, porque el
cigoto engendrado por la unión de los gametos masculino y femenino, forma el
principio de la futura vida o nuevo ser humano en ese vientre desde el mismo
momento que se crea esa nueva vida. Ciertamente, para el aspecto netamente jurídico,
ese ser en formación no pasa a ser “persona jurídica” hasta el momento de su
nacimiento. Pero lo uno no quita lo otro, porque el ser en formación requiere
que se defiendan todos sus derechos a nacer, y no que se coarten o se ignoren.
Él es el ser a proteger, el que está por venir, el que va a nacer.
El derecho a decidir de las personas adultas tiene
limitaciones, que han de enseñarse y aplicarse. Primero, una mujer siempre
puede decidir no tener un bebe antes de concebir, lo mismo que un hombre. Segundo,
siempre pueden decir no a tener relaciones sexuales, y si el fuego de la pasión
les quema, buscar satisfacer sus deseos de forma que la mujer no quede
embarazada. No pretendo inmiscuirme en lo que son relaciones íntimas de la
pareja, pero entiendo que un matrimonio se establece con el principio y deseo
de formar una familia, sino es así, es evidente que desde el comienzo
decidieron mal. En todo caso, si ocurre el embarazo, su derecho a decidir
termina, porque éste se ejercita antes, no después. Ahora hay en juego otra
vida que hay que proteger. De este modo, el derecho de esa nueva vida a nacer
prevalece sobre cualquier otro, porque lo que se busca con el derecho es
proteger con justicia y por razón la vida que está por nacer.
Los
gobiernos deben trabajar no en proveer para que las mujeres aborten, sino en
ayudar y proteger al nasciturus, haciéndolo a través de los padres, apoyando
sobre todo al más desvalido y estableciendo leyes y programas que ayuden y
protejan a la futura madre.