El origen del mercado es el intercambio de productos de bienes de consumo. Desde tiempo inmemorial, los mercados solían celebrarse diaria o semanalmente. En la edad Media se desarrolla también en ferias a intervalos regulares; es en el s. XIII que empiezan a usarse establecimientos permanentes.
Otro tipo de mercado es el que forman las Bolsas en diferentes ciudades, que al unirse por medio de convenios entre países establecen el Mercado Continuo, o Bursátil, o de Valores. La informática ha permitido que se pueda negociar en cualquier bolsa del mundo en tiempo real, teniendo como principio de funcionamiento el libre juego de las leyes de la oferta y la demanda, el cual es el mejor modo de usar de manera racional y óptima los escasos o abundantes recursos de que dispone un individuo o una empresa. Así que podemos dividir el mercado en dos grupos: los de bienes de consumo diario y los de valores (acciones de empresas, bonos y futuros).
El Mercado de Valores, (Bolsa, Continuo, Etc.), es un centro en el cual se negocian valores financieros; sean estos acciones, bonos, o futuros, y cualquier otro producto negociable por su valor como el oro, la plata, el trigo o el arroz, etc. etc. Es un mercado libre, que se controla por sí mismo y que especula con la capacidad de las naciones de maniobrar conforme a las riquezas que generan.
Este mercado controla de tal manera la estabilidad financiera de las naciones que si estas engañan avisa de antemano por medio de los especuladores que las cosas se están haciendo mal, y que esa nación o estado está gastando más de lo que puede producir. El Mercado Continuo trata de mantener el equilibrio entre el producto interior bruto y el gasto del estado, que denominan déficit, y de paso conocer y medir la riqueza del cualquier país. Los especuladores, tan mal vistos desde fuera, son los defensores reales del sistema. Se presentan como los glóbulos blancos que atacan sin piedad cualquier virus que entra en el cuerpo humano. Ya sé que la comparación puede parecer odiosa, pero los especuladores, lejos de ser el problema del mercado, son los que nos indican por medio de sus movimientos de compra y venta, que algo en algún sitio está yendo mal. Y si el que especula quiere obtener un beneficio con lo que hace, los que dirigen tanto las empresas como el estado probablemente estén obrando con ineptitud o pecando de avaricia.