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lunes, 2 de abril de 2012

Estado Del Bienestar

            Es una frase que está de moda hoy día porque la usan los políticos para captar adeptos o correligionarios a sus partidos, aunque sería interesante conocer cómo y por qué empezó, y cómo y por qué se lucha tanto por él y cómo y por qué se encuentra formando parte del mismo Estado. Vamos, que del estado del bienestar hemos pasado al bienestar del Estado. Y esto por el simple hecho de multiplicar el funcionariado estatal, autonómico y municipal, duplicando, en algunos casos clamorosos, servicios y salas de espera.
            Digamos  de entrada que no vamos contra el empleo de nadie, pero si contra la proliferación de funcionarios que al son de “empleo seguro” se montan al carro del “bienestar del estado”. La cuestión es que ese empleo no lo paga el Estado, sino el ciudadano de a pie, o sea, nosotros. Con la diferencia de que no tenemos ninguna potestad para echar al mal funcionario, ni al pedante, ni al grosero, ni al pasota. También entiéndaseme que cuando hablo de funcionario no me refiero solamente al de la ventanilla, que los hay de aúpa, sino a todo el que cobra del Estado: desde ministros hasta médicos, abogados, ingenieros, carpinteros, fontaneros, etc., etc. Vamos, que se ha pasado de la función primaria de la atención pública, a la atención primaria del funcionario público (sic).
            Hagamos algo de historia y veamos la definición que nos dan en Wikipedia: Estado del Bienestar o Estado Providencia (en inglés welfare state) es un concepto de las ciencias políticas y económicas con el que se designa a una propuesta política o modelo general del Estado y de la organización social, según la cual el Estado provee ciertos servicios o garantías sociales a la totalidad de los habitantes de un país.[1]

Más que un concepto específico, se considera que el término es una categoría práctica para designar ya sea un conjunto de propuestas o una propuesta general acerca de cómo el Estado debe o puede proceder

            Podría extenderme en la historia del Estado del Bienestar, pero eso nos quitaría espacio para la concreción a la que quiero llegar. Lo cierto es que no proviene del comunismo, ni de los países llamados democráticos con régimen totalitario comunista. Sino de una necesidad surgida después de la II Guerra Mundial, en la que Europa y medio mundo quedo sumido en la miseria de la guerra. Cada país lo ha tomado por su cuenta y riesgo, y justo es decir que los Estados Unidos se involucraron en la reconstrucción de las demás naciones. Dicho esto, y sabiendo que las diferencias de ideologías políticas, dictaduras y democracias se iban constituyendo, apareciendo y consolidando, el estado del bienestar consistió en España en establecer un sistema estatal de pensiones para el futuro de la población, del cual derivo la asistencia social, o asistencia de la seguridad social, siendo gratuita para aquellas personas de nula economía, o bajo el umbral de la pobreza, y para los trabajadores enfermos con coste medio (aprox. 30 % del coste original, si mal no recuerdo). Eso data de la época del dictador Franco.

            La transición democrática, de éxito sobresaliente en España, siguió manteniendo ese estado del bienestar, y los socialistas con Felipe González a la cabeza fortalecieron en un principio ese estado, y empezaron con el cambio social, hasta llegar a 1as elecciones que ganó el PP con José María Aznar, en que se encontró una Seguridad Social en quiebra. Se había gestado el cambio del estado del bienestar al del bienestar del Estado, gastándose el dinero que pertenecía a las pensiones en pagar los sueldos de los funcionarios. J. M. Aznar logró recuperar, en parte, el estado de bienestar, pero no logró poner freno a las autonomías, porque no hizo las reformas necesarias que requería poner coto a funcionarios, partidos, sindicatos y empresarios que de forma vergonzante cobran del Estado diversas subvenciones que uno aún no termina de saber por qué motivo ni cuál es la causa de tamaño disparate. Las autonomías empezaron a tomar más concentración de poder y a suplantar al organismo central. Tomando derroteros soberanistas, aquellas con lenguaje propio como la vasca o la catalana duplicaron sus sistemas con los del estado central, llegando a tener hasta “embajadas” en el extranjero (sic), y se subieron los sueldos, en ocasiones el doble que los que cobran los funcionarios en el estado central, llegando a cobrar el presidente de la Generalidad de Cataluña la friolera  de 164.000,00 € al mes (con Montilla, sin dietas, ver también: http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Sueldo_de_los_pol%C3%ADticos_espa%C3%B1oles ) cuando el presidente del gobierno cobra menos de la mitad. Y aunque se han rebajado el sueldo, es simplemente fuera de toda lógica que un gobernador de comunidad autónoma cobre más que el presidente del gobierno del reino de España. Pero dicho esto, y visto el enorme aumento del funcionariado público, y la idea nada descabellada, de que la mejor profesión es la de ser funcionario, ya que una vez opositado su trabajo no solo es fijo, sino eterno, no es de extrañar que se hayan contabilizado, por encimita, la friolera de más de 3,5 millones de funcionarios en España, cuando la estadística nos indica que son unos 18 millones de personas las que trabajan en el Reino. Así pues, la mejor empresa es la del Estado en sus diversas facetas éntre los que están los ministerios, direcciones generales y demás conexiones directas o indirectas de los funcionarios públicos. ¿Extraña a la gente que haya cambiado la función del estado del bienestar para convertirse en el bienestar del Estado?